La mente está programada y esas programaciones dirigen nuestra vida.

Nadie discute que un animal puede ser entrenado y que responda automáticamente a determinados estímulos sin estar consciente de ello.

Pero admitir programaciones como esa en uno mismo involucra cuestionar nuestras creencias y mirar para adentro de manera metódica y con mucho compromiso con mejorar la realidad.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

¿En qué momento empezó esta película? Tenemos recuerdos de niños pero en general sentimos que la película de la vida la agarramos empezada y que alguien nos dio el mando, lo agarramos sin darnos cuenta y desde entonces venimos dando tumbos por un videojuego lleno de tristezas, apegos, frustraciones, aciertos y equivocaciones.

En algún momento nos damos cuenta de que ya llevamos varios años dando vueltas sin parar por un segundo a pensar qué es todo esto, quiénes somos y por qué actuamos como actuamos. Es que, entre otras cosas, también tenemos respuestas programadas a esas preguntas, que se aseguran de que sigamos sin tomar conciencia de estos automatismos.

No es una cuestión filosófica, no basta con caer en discursos agradables, poéticos o "profundos" que nos mantienen en la misma posición y que no nos permiten crear caminos distintos, caminos propios.

Reprogramar nuestra mente nos exige un método que no pueda ser absorbido nuevamente por estas mismas programaciones. Para evitar convertirse en el bohemio que cree que está iluminado por decir que "todo pasa por algo", mientras en su vida se sigue encontrando con los mismos límites que le fueron programados.

Sigue teniendo los mismos problemas para generar y mantener vínculos, dinero, salud física y mental. Y sus programaciones lo llevan a encontrar siempre los mismos límites en cuestiones externas a las que él se somete, ya sea con frustración o romantizándolo diciendo que el universo así lo quiso.

La Realidad se construye con Palabras.

En nuestra mente opera un entramado discursivo aceptado como verdad y manifestado automáticamente en el mundo externo.

A quien le dijeron toda su vida que el dinero trajo problemas a la familia, se le arma un discurso en el cual no tener dinero es tener menos problemas. Si te hicieron sentir que eras una molestia para tus padres, te sentirás una molestia donde quiera que vayas y esto afectará tu forma de relacionarte y formar vínculos.

Son ejemplos sencillos y que cualquiera puede entender, pero que generalmente se tratan de manera improvisada y subestimando peligrosamente lo arraigadas que están estas creencias y lo inteligentes que debemos ser para tomar plena consciencia e instalar algo mejor en su lugar.

A tal punto esto es así que una persona puede estar años yendo al psicólogo sin modificar nada en su vida y que ni el paciente ni el psicólogo estén conscientes de cómo sus automatismos hacen que la terapia no vaya a ninguna parte.

Las programaciones inconscientes toman nuestras decisiones haciendo que posterguemos las cosas más importantes de la vida o que nos resignemos completamente a lograrlas. Cuando vemos el precio de algo que deseamos y nos resulta muy elevado, dejamos que el "no tengo" decida si queremos eso o no. Cuando alguien nos resulta atractivo, un "no puedo" determina que esa persona está por fuera de nuestros límites y que jamás elegiría a alguien como nosotros.

Así la vida se tiñe de oscuridad y sentimos que estamos jugando un juego arreglado para que las cosas que queremos no ocurran. Y peor aún, pasamos una vida entera sin ver en esos límites una puerta al autoconocimiento.

La importancia de un Método

El método que funciona se evidencia a sí mismo cuando aquello que hacía de límite ya no opera, y ese espacio de la mente es ocupado por las virtudes que nos hacen personas más valiosas. Los resultados son tangibles y medibles, y los discursos ocultos que se develan se empiezan a ver de manera obvia en el pasado y en el presente, abriendo la puerta a un futuro distinto.

Un método que no funciona sólo nos dará nuevos discursos sobre los cuales seguir construyendo esencialmente la misma realidad. Cuando alguien entiende que nuestra mente ha sido estructuralmente condicionada por otros y que debemos liberarnos de esos condicionamientos, el automatismo que surge con un mal método aprovecha que ignoramos que "el otro" que nos condiciona no está afuera, sino que estamos hablando de "el otro" en nosotros, que opera independiente de a quién tengamos enfrente o en qué situación estamos.

Quien ignora esto y sigue la dirección de sus programas automáticos, estará en poco tiempo luchando contra "el otro" en lo externo. Haciéndole la guerra al sistema político, al capitalismo, al sistema educativo, a las iglesias. Así los automatismos vuelven a tomar el control y se mantienen intactos, logrando convencernos de lo mismo que nos convencía antes; hay algo afuera que nos limita y cuando el afuera cambie, nuestra realidad será mejor.

¡Comenzá tu Recorrido!

Contácta conmigo para conocer los detalles del Programa.